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«Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando»

Carta a un reaccionario de Venezuela
Por Palermo Bronx


Sí, camaradas, hemos llegado hasta las entrañas de la bestia escribiéndole una carta a un notorio reaccionario de Venezuela. El caballero en cuestión, Baldomero Vázquez Soto, además otros artículos vomitivos que suele publicar en medios liberales como el inmundo «Diario de América», nos regala esta auténtica «perla» sobre Ernesto Guevara, titulada «Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando».

Como respuesta a dicho artículo de opinión, le hemos enviado al referido señor la siguiente carta. Esperaremos su respuesta, para darla a conocer por este medio, aunque sabemos que los fascistas no suelen ser muy amigos del debate de ideas, de la dialéctica en general.

Señor Vázquez Soto,

Previo saludo, sin mayores demoras voy entrando en materia y le comento que he tenido recientemente la oportunidad de leer un artículo de opinión escrito por Ud. y publicado en un cierto periódico «Diario de América», titulado «Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando», artículo que data de hace ya algún tiempo. A propósito, quisiera empezar haciéndole una pregunta muy directa: ¿Cómo puede ser tan reaccionario, tan torpe? Sí, porque queda en evidencia que su odio a Hugo Chávez lo está llevando a cometer errores de juicio, errores que normalmente conducen a la extinción del que los comete.

Permítame decirle que semejante manera de tergiversar la historia solo puede ser cosa de reaccionarios ya largamente desquiciados. ¿Así que los burgueses cristianos son buenos y tienen valores, mientras que los comunistas ateos no pasamos de unos bárbaros sin corazón? Es una muy peculiar manera de ver las cosas, ya que los más grandes holocaustos de la humanidad han sido perpetrados por cristianos y, lo que es tanto peor, de modo deliberado. Y no hablo del fusilamiento de una docena de traidores del pueblo y otros cipayos inmundos como método para neutralizar a la contrarrevolución. No, estimado señor: las inquisiciones, las cruzadas y demás «guerras santas», los genocidios masivos y finalmente el capitalismo que hambrea y se cobra la vida de millones en todo el mundo no son, por cierto, obras de comunistas ateos.

Por otro lado, esquivando lo paupérrimo de sus argumentos en lo que respecta a validez de los mismos, me parece que incurre en un cliché ingenuo e innecesario al plantear la cuestión de manera a que el lector se vea obligado decidir si Ernesto Guevara fue un hombre «bueno» o un hombre «malo». Ud. y yo sabemos bien que las cosas no son así, que nadie es del todo bueno ni del todo malo, que nuestras falencias suelen ser en la misma medida de nuestras virtudes. Esta es una característica humana. Lo sabe, ¿verdad? Pienso que sí, a menos que haya visto demasiadas películas de Hollywood y se halle Ud. embebido de conceptos simplones como aquel que clasifica a todos los hombres del mundo en la categoría de «good guys» o en la de «bad guys», sin excepciones. Sí así fuera, le podría recomendar para contrarrestarlo una terapia que consiste en consumir grandes cantidades de películas latinoamericanas, producidas por gente de la que podrá aprender conceptos un poco más sofisticados y más cercanos a la realidad.

Por lo demás, si su intención fue desprestigiar a Ernesto Guevara, me parece que se equivoca torpemente al recordar y enumerar los homenajes que le han sido prestados en ocasión de su muerte por grandes, enormes figuras como Neruda, Cortázar, Guillén, Dalton y Benedetti. Otro grave error de juicio, porque dichos tributos no hacen más que agigantar la ya abultada imagen del Che, nunca al revés, dado que los escritores y poetas en cuestión son muy apreciados en nuestro continente. ¿Cómo? ¿No lo sabía? Debe ser amén de la sobredosis de cultura importada a la que ha sido expuesto y que no le permite entender un rábano de la intrincada cultura latinoamericana, una cultura que no se limita a los conceptos maniqueístas del cine y la cultura heredada por los yanquis del Mayflower.

La verdad es que Ud. y yo quedaríamos más pequeños que pigmeos si puestos en plan de comparación con un Che Guevara, un Benedetti, un Cortázar o un Neruda. Por eso le sugiero que los dejemos bien tranquilos en el puesto que les corresponde. Pero si insiste en conocer al Che Guevara, y en la imposibilidad de hablar con el hombre, puede darse una vuelta por Cuba y preguntarle a cualquier ciudadano de a pie si, en su opinión, el Che Guevara fue «bueno» o «malo». Lo más seguro es que lo mirará con desprecio, hará una mueca y le dirá, como de paso: «Ni una cosa ni la otra, chico… ¡el Che es el Che!».

Solidaridad, saludos.
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