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Félix Díaz y la derecha que usa a Félix Díaz

Es cierto que los pueblos originarios han sido paulatinamente despojados de sus territorios, desde la llegada de los europeos hasta tiempos muy recientes. También es cierto (o por lo menos opino yo) que, a causa de estos atropellos sistemáticos a los hermanos originarios, es necesario que hagamos ahora reparación histórica y les brindemos a sus comunidades con lo bueno y con lo mejor: hospitales, escuelas, viviendas y todo tipo de infraestructura que debemos construir entre todos los argentinos sin chistar. Opino además que no les debemos exigir ningún tipo de contrapartida, pues el precio ya lo han pagado con los siglos de sufrimiento, un sufrimiento que nosotros mismos les hemos ocasionado a lo largo de la historia.

Sí, creo que los qom, los wichíes y los guaraníes —entre tantos otros pueblos originarios de nuestra Argentina morena— tienen más derechos que nosotros los criollos y sé que esta es una opinión polémica; sé que el atento lector me podrá argumentar que los argentinos somos todos iguales, que tenemos todos los mismos derechos, etcétera. Pero sigo pensando que primero hay que atender a las demandas de los pueblos originarios y después las de los demás, por eso de la reparación histórica que había mentado anteriormente. Al fin y al cabo, esta tierra les pertenece y nosotros somos sus inquilinos.

Ahora bien, lo que no me parece de ninguna manera razonable es que se hagan demandas divorciadas de la realidad. Si en la opinión de tal o cual cacique la situación de su comunidad es mala, aún después de todo lo realizado por los gobiernos nacional y provinciales en el sentido de mejorar su calidad de vida (que no es poco), le pediría a ese cacique que me diera cuenta de cómo estaba su comunidad hace diez años, antes de la llegada de Néstor Kirchner. Antes de empezar a discutir, quisiera un informe completo del estado de abandono y miseria en el que se encontraban, por ejemplo, los qom, allá por el año 2002.



También quisiera saber si dicho cacique se propone pasar, de la noche a la mañana, de ese estado de abandono y miseria total a vivir en Suiza. De ser así, yo le diría que baje veinte cambios porque estamos todos tratando de salir a flote después de la crisis más grande de la historia de nuestro país. Si las viviendas sociales que «les tira el Gobierno» no le parecen lo suficientemente cómodas, yo le recordaría que la mayoría de sus hermanos argentinos estamos todavía alquilando y en condiciones muy modestas. Y si, finalmente, ese cacique está tan inflamado por no sé qué ideólogo mediático o dirigente opositor y piensa que el hospital que se ha construido para atender exclusivamente a su comunidad no es todo lo bueno que debería ser, yo lo invitaría a conocer los hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires, donde nos hacemos atender los hermanos argentinos que vivimos por estos pagos, porteños y bonaerenses que solemos cruzar la Avenida General Paz al efecto.



Los recursos del país, de cualquier país, son limitados. Luchamos para que estos recursos se repartan de modo más o menos equitativo entre todos. También luchamos para eliminar privilegios de unos pocos, para aumentar la porción de la torta y, en consecuencia, tener siempre mucha torta para repartir. Ya dije que estoy de acuerdo con que a los originarios se les dé una porción más grande de la torta que a los demás, pero si me plantean repartir lo que no existe y/o estrujar a la mayoría para que algunos puedan seguir haciendo demandas ilimitadas, yo me bajo. Prefiero la realidad, que no será un lecho de rosas como en nuestros sueños pero siempre es más segura que el canto de la sirena de una derecha que jamás cumplió una promesa de campaña.
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