Civilización y barbarie: la antinomia permanente de la sociedad argentina
Por Sabrina Bölke
Han pasado 134 años desde aquel oscuro 1880 en la historia argentina y hoy, en pleno 2014, la antinomia «civilización y barbarie» está mas viva que nunca. La división fundamental y la división inconmensurable de las sociedades argentina y latinoamericana, las cabezas de Goliat, las grandes ciudades colosales con mentes pequeñas y colonizadas siguen sosteniendo la teoría del tren del progreso poniendo la mirada en Europa, en Inglaterra como el taller del mundo y en Francia como la usina de pensamiento y como vanguardia. Mientras tanto, ven al conurbano bonaerense, a las provincias y al resto de América Latina como algo bárbaro, lo opuesto a la «cultura» y a la «argentinidad» (así definida por argentinos que se jactan de serlo, pero no se reconocen ni quieren reconocerse en los demás argentinos, en la realidad morena del país, y hacen de Buenos Aires una suerte de reducto europeo en América Latina).
Son los mismos argentinos que apuestan al viejo liberalismo, al igual que los próceres unitarios, y que conciben una versión animalizada del trabajador y del provinciano, una imagen salvaje, como diría un Esteban Echeverría en «El matadero», un Ascasubi o incluso un Borges en «La fiesta del monstruo».
Civilización y barbarie, los «chetos» y los «negros», el country y la villa miseria, la Capital y el conurbano, antiperonistas y peronistas, derecha e izquierda, liberales y estatistas. La dicotomía permanente de la historia argentina representada por misma problemática: Un estado fuerte, proteccionista, con el pueblo en el poder o un modelo agroexportador, con la oligarquía ilustrada de las familias patricias imponiéndose sobre el pueblo, que deberá seguir resignado a trabajar por lo mínimo indispensable en las tierras de los señores de la alta sociedad.
Hoy tenemos el mismo esquema dicotómico y dependemos de que los hijos de las clases trabajadoras logren formarse y puedan así llegar a conducir los destinos del país, achicando en el proceso la brecha social para que el argentino pueda comprender que es posible la existencia de una burguesía con conciencia nacional.
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