Las generalizaciones del sentido común burgués
Por Palermo Bronx
Acá hay un
problema: la generalización. Hay muchas personas bienintencionadas
que no están ni cerca de ser caceroleros pero
que anduvieron
opinando como tales
sobre los sucesos de la semana pasada (a
saber, el homicidio de una estudiante
porteña y el accidente ferroviario en Castelar,
en la provincia
de Buenos Aires). Y está bien, en una
democracia popular como la nuestra se
trata precisamente de que todos hablen y
digan lo que quieran, en todo momento y
sin límites, incluso si el contenido de
lo dicen es poco prudente o directamente puro bolazo. Pueden y deben
opinar todo lo que quieran, reitero, siempre y cuando lo hagan en su
propio nombre y no metan a todos en la
misma bolsa. No
son condiciones
que quiera imponer yo, son condiciones
sine que non para la honestidad. La opinión personal es eso,
personal e intransferible, por lo que les pediría a los señores/as
opinólogos/as lo siguiente:
- Qué eviten abusar de expresiones tales como «la gente está cansada y no da más» y «el pueblo se manifestó y quiere que este Gobierno se vaya». Cada vez que un repetidor es funcional al sentido común de la clase dominante y repite una frase así, me pongo a pensar si: a) no estoy de acuerdo con lo que dicen porque no soy gente y/o no pertenezco al pueblo; o b) no soy gente y/o no soy parte del pueblo porque no estoy de acuerdo con lo que dicen. Hablen por ustedes, señores/as, digan «estoy cansado y no doy más» o «me manifesté y quiero que este Gobierno se vaya». Es mucho más divertido y más barato, y además se evita que el interlocutor invalide el contenido de nuestro discurso de entrada. Y recuerden que el 54,11% de «la gente» o del «pueblo» votó a este Gobierno en elecciones libres y democráticas. No traten de hablar por ellos: su representante es CFK, no ustedes.
- También podemos evitar frases como «los políticos son todos chorros» y «todo es la misma mierda». Para poder hacer semejantes afirmaciones —aunque conociéramos personalmente a todos los políticos, absolutamente a todos— haría falta además que todos los políticos estuvieran condenados por corrupción tras haber recibido un juicio justo que incluyera el amplio derecho a defenderse (no sirve el juicio de Clarín o de La Nación acá), porque uno de los principios básicos de la Justicia occidental es que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Y la verdad es que, salvo M*nem y alguno que otro ministro de poca monta, son muy pocos los políticos que han sido condenados por la Justicia por ser «chorros». Por otra parte, piense en cómo se sentiría Ud. que me lee y es, digamos, taxista o abogado, si yo me pusiera a repetir que «todo tachero es facho» o «todo abogado es garca». No muy bien, ¿no? Este es el problema de las generalizaciones, que ligamos de rebote los que nada tenemos que ver con la cosa.
Si logran cumplir
estas condiciones tan básicas, estoy seguro que nuestro diálogo
será más fluido e incluso podremos acordar en algunas cosas, porque
esto no es un Boca-River y no hay necesidad de que ustedes polaricen
tanto la cosa.
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