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Llegan 4.000 médicos cubanos a Brasil

Ya llegaron los 4.000 médicos cubanos a Brasil, como parte del plan anunciado hace algunas semanas por la presidenta Dilma Rousseff para mejorar la calidad del sistema público de salud brasileño. Como podrá imaginarse el atento lector de este blog, la corporación médica local (que gusta mucho de atender en clínicas privadas y de cobrar bien caro por ello) ya empezó a armar revuelo y a exigir que los cubanos se vayan. Es la famosa lucha «Pueblo vs. Corporaciones» que se desarrolla en toda la Patria Grande, no solo en Argentina. De una parte estamos nosotros, que tenemos necesidades básicas aún no totalmente satisfechas; de otra parte está el capitalismo y su hambre voraz que no entiende de necesidades humanas. El que fuere buen latinoamericano que elija.

Hay muchos antecedentes del desinteresado servicio humanitario cubano por el mundo, ya que el compañero Fidel Castro no escatima esfuerzos a la hora de ayudarnos a los que no tenemos la suerte de vivir en un país como Cuba, donde hay un médico para cada 150 habitantes y donde todo el sistema de salud es gratuito y universal, con indicadores superiores a muchos países desarrollados y una expectativa de vida de unos 80 años. Uno de esos antecedentes es el de Timor Oriental, un pequeño país de Asia recientemente liberado de las garras del colonialismo portugués. Al Timor fueron enviados más de doscientos médicos cubanos en una ocasión y el embajador estadounidense se apuró en exigirle al entonces presidente y ahora primer ministro de aquel país, Xanana Gusmão, que expulsara a los cubanos sin más demoras.

Está muy bien — razonó Gusmão ante la exigencia del señor embajador de Estados Unidos. — Todo más que bien, pero... ¿cuántos médicos estadounidenses hay en el Timor al día de hoy?
Uno, el que atiende al cuerpo diplomático — respondió el embajador.
— Correcto. En tanto y en cuanto su país nos envíe doscientos médicos más para reemplazar a los cubanos, a estos los mandamos de vuelta. Mientras tanto, los hermanos cubanos se quedan.

Es que cuando los imperios están al borde del colapso, cualquiera se les anima. Incluso el presidente de un modesto Timor Oriental.

¡Viva el internacionalismo cubano! ¡Viva Cuba libre y hermosa!


 
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