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La amenaza del zurdaje en las internas del peronismo

Con entusiasmo juvenil aprecio la foto de unos afiches anunciando la precandidatura de Sergio Urribarri al Sillón de Rivadavia en 2015. Por lo que se deduce de la imagen en cuestión, ya ha sido dada la partida en lo que será una auténtica pelea de hoces y de facas en la oscuridad entre los interesados en la sucesión de Cristina.

Entonces me pongo a investigar un poco más, con el objetivo de saber qué piensa ese colectivo tan heterogéneo que es el peronismo sobre sus precandidatos hasta el momento, y me encuentro con los comentarios de algunos peronistas de derecha que se muestran horrorizados, por no decir directamente furibundos, con el atrevimiento del gobernador de Entre Ríos. Lo consideran un zurdo marxista, quizá bisnieto de algún legendario rabino llegado de Odessa.

Las viudas de López Rega quieren a un Scioli con la banda presidencial o, como mucha concesión, un Aníbal Fernández. Nada de zurdos en la discusión. Pero olvidan los «muchachos lopezreguistas» que aquí la conducción la tiene Cristina y Cristina, ni lerda ni perezosa, se mostró recientemente junto a Urribarri a la II Cumbre de la CELAC, en Cuba. Scioli se quedó en La Plata, haciendo lo que fuere lo que hace allí (todavía nadie sabe qué es lo que hace).

Estas intrigas no sirven para otra que confirmar aquello de que se ha dicho: la calidad de uno no se mide tanto por sus seguidores, sino más bien por sus detractores. Esto nos permite concluir, sin mayores dificultades, que si la derecha del peronismo está llorando por el lanzamiento de Urribarri, entonces Urribarri es el mejor candidato.

Arturo Jauretche decía que cuando no entendía algo, se fijaba en lo decía el Diario La Nación al respecto y se ponía del lado contrario. En términos prácticos, Jauretche estaría para el peronismo cual Marx y Gramsci para el comunismo. Es decir: la tenía muy clara.


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