Insoportablemente vivo
Viniste como quien viene a proponer un sueño. En el comienzo no te creímos, ya ves, no estábamos preparados para soñar ni creer en nadie. Pero viniste de todos modos, nos convenciste de que tenías razón vos y estábamos equivocados nosotros. Nos cambiaste la vida y luego te fuiste, casi tan súbitamente como cuando llegaste. Pero el diferente jamás se va del todo y resulta que hoy estás insoportablemente vivo en el pueblo y en la Patria Grande. Y yo sólo puedo decirte «gracias».
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