Derechos humanos para fascistas
En Brasil se suele utilizar la muy oportuna expresión «(darse) un tiro en el propio pie» para referirse a aquellas acciones cuyos efectos se vuelven en contra de uno más temprano que tarde. En otras palabras, para la sabiduría popular brasileña uno se da un tiro en el pie cuando hace algo para arrepentirse luego.
Con esto vuelvo a la cuestión de los presos políticos. Hemos logrado en el tiempo instalar la idea de que un preso político debe necesariamente ser liberado, hemos popularizado el concepto de que no debe haber presos políticos. Y con ello, como se ve, nos hemos dado un lindo tiro en el pie.
Las imágenes del fascista y golpista Leopoldo López tras las rejas recorren el mundo. ¿Leopoldo López es un preso político? Al parecer lo es, puesto que no cometió delito ni crimen común y ha sido arrestado por su temerario comportamiento político. ¿Debe ser inmediatamente liberado Leopoldo López, como piden algunas organizaciones de derechos humanos? Sí y no, y aquí está nuestra contradicción.
Sí, porque luchamos para que no haya presos políticos; y no, porque la democracia popular venezolana y de la Patria Grande en general no puede permitir que tipos como López anden sueltos: es un golpista, es un fascista y un instrumento del imperialismo, por lo que le corresponde una larga estancia en la cárcel.
La conclusión es que debemos ir cambiando nuestro discurso. En vez de «libertad a todos los presos políticos», deberíamos empezar a entender que los derechos humanos no incluyen excarcelar a golpistas. ¿Qué haremos con el fascismo argentino cuando empiece a agitar? ¿Los dejaremos libres a los responsables?
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