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Después de todo, Olmedo ya no la va a tener tan cerrada

Por Palermo Bronx

Unos afirman que es ignorante y homofóbico. Otros sostienen que es un tipo derecho —derecho y humano, ¡nadie lo duda!—, un patriota que intenta encauzar a la juventud con métodos que no varían de la comunión y de la colimba. Pero lo indudable del caso es su coherencia: el hombre de la campera amarilla es un apasionado defensor de la familia, de la propiedad privada y de la superstición católica, aunque ignora que estas instituciones fallidas hace mucho ya que se encuentran en franco proceso de descomposición; se declara radicalmente contrario a la legalización del aborto y a la unión entre personas del mismo sexo, mientras apoya con entusiasmo el retorno del servicio militar obligatorio, para enseñarles a los jóvenes «el respeto a la patria, a la bandera», por supuesto. Todo muy parejito. Como no podía dejar ser, muchacho hecho y derecho que es, se cree por lo tanto en posición de dictarnos a los demás pecadores todo lo que está y lo que no está bien para nuestras vidas, de señalarnos el camino de la salvación. En fin, Alfredo Olmedo es un ciudadano coherente y no quiere que esto se convierta un país de degenerados y depravados, un Sodoma y Gomorra de cuarta. Sí, señores, Alfredo Olmedo es un reverendo hijo de puta.


Sin embargo, sería incorrecto pensar que el buen amigo de Fernando Niembro es un fascista. En realidad se trata de un hombre muy democrático y, si bien es un admirador confirmado de Mauricio Macri (el cantante, no el político), ha disputado asimismo muchísimas elecciones, siempre regalando gorritas y camperas amarillas para que sus electores estén a la moda como él, siempre sorteando electrodomésticos y camionetas. Una manera muy peculiar de redistribuir la riqueza que está concentrada en sus campos de soja, por cierto, lugares modelo donde los paisanos salteños trabajan de sol a sol en condiciones infrahumanas, bajo un régimen de semiesclavitud. Así y todo, con este proceder de garca y de forro, llegó a ser diputado de la Nación, un logro que lo hizo soñar con la presidencia. Si Menem lo hizo, ¿por qué no Olmedo? Totalmente realizable. Pero primero había que conseguir la gobernación de Salta…

Solo que el pueblo salteño ha demostrado que no es tonto y el buen Olmedo no podrá realizar su sueño de imponer la Inquisición Española en aquella provincia, al menos por el momento. Urtubey le ha propinado la paliza de su vida. Las malas lenguas andan diciendo, y los malpensados andan pensando, que a partir de ahora Olmedo va a necesitar tener la mente bien abierta. Es que no alcanzaron los regalitos al electorado y, gracias a que Urtubey le haya llenado el canasto, el personaje nefasto de la campera amarilla se despierta este lunes con la colita menos cerrada que nunca.

Nota: Tras Catamarca y Chubut (con bochorno de Das Neves incluido), Salta es el tercer triunfo de Cristina Fernández en el año, sobre tres posibles, aunque la prensa trate de decir que Urtubey se quiso «despegar» de la fórmula. ¿Pensará obtener la oposición algún éxito en las provincias durante este año de 2011, o querrá llegar al Sillón de Rivadavia por obra y gracia de un milagro?
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