Día Internacional del Trabajo
Por Jacques Gruman
Traducción de Palermo Bronx
La
Revolución Francesa arruinó a la familia. Él, pequeño burgués clásico,
se ve obligado a meterse en una oficina y se convierte en un burócrata
sellador de documentos. Equilibra su mediocre existencia elaborando
planes para una sociedad nueva y armoniosa, opuesta a la ley de la
jungla impulsada por la burguesía en ascenso. De sus sueños derivan los
falansterios, módulos de hasta 1500 personas, ordenados por las
«pasiones humanas» y en sintonía con ideas avanzadas, como la de que el
grado de emancipación de la mujer es la medida natural de la
emancipación general de la humanidad (un feminista anterior a las
feministas). Tiene una visión absolutamente original sobre la división
del trabajo: no admite que el hombre se dedique a tan solo una ocupación
toda su vida, fuente de hastío y derroche de creatividad. Sugiere que
todos deberían estar aptos a realizar, por lo menos, veinte oficios
distintos, practicando asimismo cinco o seis de ellas diariamente. La
educación en el falansterio debería ser polivalente, mezclando teoría y
práctica. Como se puede apreciar, un pensador original y muy adelantado a
su tiempo.
Creía que sus propuestas eran tan justas, generosas y
racionales, que serían aceptadas fácilmente. Las divulga y anuncia que
estará todos los días, al mediodía, en su casa, esperando propuestas de
mecenas que invirtieran en la construcción de los falansterios. Esperó
durante veinte años. Ningún alma piadosa se presentó. Charles Fourier
murió sellando el papeleo comercial, sin percatarse de que los
conflictos de la naciente Revolución burguesa no se podían resolver con
tan solo argumentación razonable y buenas intenciones. Los intereses de
clase no se eliminan con vaselina o fantasías apaciguadoras. Más
adelante, Carlos Marx aportó la formulación que revolucionó la forma de
concebir la Historia y superó el idealismo –no raro genial pero
incompleto– de sus antecesores: la historia de las sociedades es la
historia de la lucha de clases. De todos modos, la ruptura marxista
siempre prestó homenaje a los pioneros que, como Fourier, soñaban con
Justicia y afirmaban que la Historia se mueve, que es determinada por
los hombres y no por fuerzas sobrenaturales.
Más de dos siglos después de Fourier, seguimos
patinando en crisis cíclicas y el planeta, no obstante los enormes
avances tecnológicos, es un hábitat cruel para la gran parte de su
población. La desigualdad alcanza proporciones apocalípticas,
alimentando una guerra diaria, silenciosa, invisibilizada por los
grandes medios de comunicación. Cada seis segundos un niño muere de
hambre en el mundo. Casi mil millones de hombres, mujeres y niños se
despiertan y se van a dormir todos los días con hambre. ¿Crisis en la
oferta de alimentos? Para nada. Nunca hubo tanta abundancia de productos
agrícolas en el mundo, los supermercados y las redes de distribución de
alimentos están repletos. El problema es que el Dr. Mercado tiene
reglas muy estrictas para que los hambrientos accedan al alimento.
Comida, en el capitalismo, es mercancía: el que no tiene dinero no
compra. De acuerdo con la ONU, alrededor de dos mil millones de personas
(la tercera parte de la humanidad) padecen de anemia. Veinte por ciento
de la población mundial vive con menos de un dólar por día. Aún en el
país más rico, en los Estados Unidos, la situación no es menos
dramática. Más de 42 millones de ciudadanos dependen de la ayuda del
gobierno para no morir de hambre. Mientras tanto, la administración
Obama destinó US$ 708 mil millones a hacer la guerra en 2011. El capital
reina, la humanidad sufre.
Estamos en vísperas del Día Internacional del
Trabajo. La memoria de los Mártires de Chicago se conecta con aquellos
trabajadores que, en muchos lugares, saldrán a las calles mañana para
protestar contra la desocupación, las condiciones indignas de trabajo y,
en una agenda ampliada, la destrucción ambiental. No es una revuelta
generalizada contra el capitalismo sino una etapa pedagógica de
organización y unidad de los trabajadores. En Brasil, hace mucho que el
1º. de Mayo se ha convertido, en gran medida, en un feriado vacío de
sentido. La conciliación de clase alcanza su clímax en los escenarios
armados por gobiernos y empresarios, sindicatos reemplazando la
tradición de lucha por sorteos de viviendas y música popular en vivo
(trampa indecente para juntar adhesiones). Sin embargo, como solía decir
Cazuza, el tiempo no para. La tilinguería no durará para siempre. La
clase trabajadora se mueve y encontrará medios de retomar su camino para
emanciparse de la esclavitud del capital. Eppur si muove.
Post a Comment